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viernes, 16 de agosto de 2013

El lado oscuro del padel

El lado oscuro del padel


Siempre hemos defendido en este pequeño rincón la idea de que el pádel es un deporte de caballeros, donde el fair-play y la educación está presente en todos los partidos. Nada más lejos de la realidad. El pádel, como cualquier enfrentamiento humano, es en demasiadas ocasiones un choque de egos, en el que cada uno hará todo lo posible por ganar, ya sea bordeando los límites del reglamento o directamente rebasándolos con mayor o menor impunidad.

Es la eterna lucha entre dos visiones antagonistas del deporte: los que lo ven como un modo de enriquecimiento personal, donde estas actitudes negativas deben desterrarse; y los que lo ven como un reflejo del ser humano, que lamentablemente tiende a ser bastante ruin y deja de lado los elevados sentimientos para otros menesteres.

Hay ciertas formas de actuar bastante ruines y censurables que se ven a menudo en canchas de pádel en cualquier parte. Estas lamentables actuaciones son de sobra conocidas por jugadores habituales y que se dan a todos los niveles: desde esa pachanga con reveses a dos manos en la pista de hormigón del bloque de vecinos, hasta el mismísimo Campeonato del Mundo (aunque sea de forma más disimulada).

Algunas de estas ruines actitudes (de las que más del 80% forman parte del catálogo del padelacccio) son:

1. El rival más débil. Probablemente la más socorrida. La pareja contraria la forman un jugador de nivel que no falla una y otro que no tiene el día o que no está a la altura. Por tanto nos ensañamos mandando todos los golpes al mismo, logrando de este modo un doble objetivo: el "malo" falla y nos llevamos los puntos, y el "bueno" se queda frío y no entra en juego. Suele venir acompañado de un efecto robabolas kamikaze por parte del "bueno" que se da cuenta de la situación (probablemente porque él haga lo mismo) e intenta golpear alguna, fallando por entrar tarde y mal y agravando el problema. ¡Cuidado! Si el "malo" empieza a jugar y resulta no ser tan "malo" acabamos de regalarle un precioso calentamiento y nuestras posibilidades de ganar se reducen.

2. No vine a luchar contra los elementos. El pádel no se juega en una burbuja y muchas veces ni siquiera bajo techo. A veces molesta el sol o fuertes rachas de viento, que son aprovechadas a su favor por rastreros jugadores. ¿Que en un lado del campo pega el sol de cara? Pues todo globos. El rival levanta la vista y se encuentra una brillante bola amarilla que, a diferencia de la brillante bola amarilla de pádel, puede producir ceguera si se mira fijamente. Táctica muy efectiva y que ha cimentado grandes victorias del padelaccio. Desde aquí recomendamos no abusar de ella, más que nada porque el rival pedirá cambiar de lado en los juegos impares y seremos nosotros los que recibamos cucharadas soperas de nuestra propia medicina.

3. Jugar con armadura. Hay una serie de jugadores con reflejos que siempre saben poner la pala en el momento preciso por muy rápida y fuerte que vaya la bola. Son precisamente esa clase de jugadores los que sacan de sus casillas a los padelistas que rematan una buena bola pensando que ya no la van a devolver. La solución contra los frontones humanos es muy sencilla: tiro al blanco. Cuando se tira a dar uno no pone la pala para devolver la bola, sino para poner a salvo sus órganos vitales por este orden: genitales, genitales y cara. El jugador marrullero experimentado ya sabe por tanto dónde situar su punto de mira para asegurarse la victoria. ¡Cuidado! Es ésta una de las tácticas ruines más descaradas, por más que uno pida perdón una, dos o trescientas catorce veces, por lo que el rival no dudará en ponerla en práctica una vez más. Cuando se llegue a este punto recomendamos llevar ropas oscuras donde no se noten las manchas de sangre: no se pueden dar pistas de nuestra debilidad al rival.

4. Maltrato psicológico. El pádel no es sólo un enfrentamiento de técnica y físico, también es un duelo mental. Aquí los jugadores especialmente manipuladores parten con ventaja para minar la moral de un contrario débil. El menú psicológico puede empezar con indirectas y amenazas veladas durante el calentamiento. Si hay confianza se puede insultar directamente. Las técnicas de este tipo son variadas y muy creativas: celebraciones de punto de mal gusto, cantar las bolas fuera con retintín, poner motes a jugadores, sus golpes o estilo de juego, cinismo puro y duro al pedir perdón por un golpe con suerte o lamentar que se tire a dar. Recordamos que el tono y la intensidad de estos métodos dependen de la confianza que se tenga con el rival. Desde aquí recomendamos mucho cuidado al manejar estas actuaciones y si inevitablemente se llega a las manos aplicaremos el mismo criterio que con los pelotazos: genitales, genitales y cara.

5. Soy mi propio árbitro. Salvo que nos movamos en ambientes profesionalizados, los árbitros en el pádel brillan por su ausencia. Por tanto alguien tiene que llevar la cuenta de puntos y cantar las bolas que se marchan. En los deportes civilizados no habría problemas, pero en el pádel rastrero es una inagotable fuente de conflictos. De entrada existen dos convenciones: ambas parejas llevan la cuenta y cada pareja se encarga de cantar las bolas de su lado. Desgraciadamente el analfabetismo es una grave lacra del pádel y la cuenta sólo la suele llevar un jugador de los cuatro en pista que, si es rastrero y padelaccista, no dudará en "llevarse" una al contar los puntos. Esto no sería un inconveniente si los contrarios se diesen cuenta de que cada puntaje se saca en el mismo sitio de la pista, dificultando así las trampas. Luego está el cantar malas bolas descaradamente buenas y soltar con cinismo "yo la he visto mala, pero si queréis la repetimos"; el eterno conflicto con la invasión (la de pista, no la que tiene Rusia con Georgia). Los más caraduras han llegado a inventarse reglas ante sus iletrados e incautos rivales. La solución es clara: llevar la cuenta y conocer el reglamento.

6. Ruidología. El ejercicio del deporte a cualquiera de sus niveles (pachanguero o profesional) exige un mínimo de concentración. El padelista marrullero intentará perturbar la concentración de su rival con las más variopintas técnicas, la más comunes entran dentro de la categoría de "ruido y variantes". Se puede gritar después de cada golpe: los propios o, si se es un auténtico malnacido, después de los golpes del rival. Los gritos pueden ser de cualquier tipo: gruñidos, bramidos o gemidos orgásmicos estilo Sharapova (en general es mejor abstenerse de hacerlos en partidos que no sean mixtor, por lo del qué dirán). También se pueden cantar las bolas como malas antes de que lleguen a su objetivo, mostrando suficiencia y presumiendo de tener su propio "ojo de halcón": ya sea con las bolas que toca recibir o, siendo un malnacido de pro, con las bolas propias que caen en cancha ajena, cantándolas como malas aunque no lo sean para que el rival se confíe. ¡Cuidado! El rival siempre puede gritar más y mejor y puede resultar contraproducente. ¿Y si los gritos orgásmicos no son fingidos?

7. U can't touch me. El reverso tenebroso (más tenebroso si cabe) del tiro al padelista. Aquí, en un ejercicio de masoquismo y maldad a partes iguales, el jugador se ofrece a ser víctima de la ira padelista de su rival. Combina tácticas marrulleras, como el maltrato psicológico o los gestos ostensibles al estilo de un portero de balonmano, para que cuando el contrario tenga que golpear, sólo vea la jeta de su cargante opositor haciéndole burla y la mande a la quinta puñeta o a algún lugar más lejano. El jugador que pretenda incurrir en tamañas provocaciones debe ser ágil y con buenos reflejos, o si no su integridad física correrá un serio peligro (sí, principalmente sus genitales).

Estas son las tácticas más comunes pero en el campo del mal ya se sabe que "cada maestrillo tiene su librillo". Desde aquí recomendamos al jugador ingenuo que esté alerta ante las trampas y desconsideraciones de su rival y que, en caso de ser necesario, no dude en imitarlo.
Recordemos también que el mundo de la marrullería en el deporte está siempre en constante evolución. Si usted, padelista creativo, tiene el carácter y la creatividad necesaria, no lo dude: innove, innove e innove

Jesús Antártida - http://www.lascronicasdelpadel.com

Solo añadirle a Jesús que no nos olvidemos de "los tiempos", alargar los tiempos muertos cuando nos conviene, tardar en estar listo a la hora de recibir el saque, tardar a la hora de sacar, tardar a la hora de regresar del descanso...tardar... :)

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